Estoy seguro que con esta famosa (y socorrida) coletilla, se acabaron también algunas de las discusiones que mantuvisteis con padres, madres, tí@s, etc. durante vuestra infancia. Cosas como por ejemplo el debate de la hora de llegada a casa las primeras veces cuando empezábamos a salir de fiesta, el primer viaje de verano que organizaba tu grupo de amig@s, o aquel fin de semana en la casa de la playa de un compañero de clase en el que no iban a estar sus padres, han podido ser algunos de los casos en los que tras un breve intercambio de "golpes", el gancho de derechas de "Haz lo que yo te diga, y no hagas lo que yo hago" terminó por hacernos caer en la lona. Y si esto venía seguido del "...además, cuando seas padre, comerás dos huevos..." sabías que no había nada que hacer, que era el momento de darte la vuelta e irte a tu cuarto, sin excusas y desnudo de argumentos tras haber recibido ese lapidaria frase que cerraba toda opción de rebate. En fín, habías perdido, así que tocaba buscar otro plan.
Pues bien, este mismo razonamiento se ha venido utilizando en algunas organizaciones durante muchos años; basándose en un modelo burocrático, las personas con cierta responsabilidad han utilizado de manera frecuente este tipo de argumentos de una manera más o menos descarada. Pero esto ha cambiado, está cambiando y va a seguir cambiando. En un tiempo en el que el cartelito con el cargo a la entrada del despacho (casi) sólo sirve para ubicarte en un organigrama, en el que la información sigue siendo poder pero ya es es para tod@s porque está al alcance de cualquier persona, y en el que además, el respeto profesional se consigue día a día, por lo que se hace y cómo se hace, esta manera de dirigir rancia y manida pierde su sentido del todo (si es que alguna vez lo tuvo).
Mi amigo José Antonio (un emprendedor al que no deberían perderle la pista...) dice que lo importante es el grupo humano, las personas, "tu gente", y la verdad es que no puedo estar más de acuerdo con él. Creo que todo estilo de dirección que no tenga esto en cuenta, y que no considere a las personas como el mayor activo con el que cuenta un proyecto, se estará equivocando y terminará por hacer aguas tarde o temprano; por eso, desde mi punto de vista, los líderes deben trabajar para conseguir generar un clima de trabajo que favorezca el desarrollo de las personas que tiene en su equipo, tienen que ser capaces de dar su sitio a cada una de ellas, escuchar sus opiniones antes de tomar decisiones y hacerlas partícipes, protegerlas ante las dificultades y reconocer su buen hacer, y sobre todo tienen que dar ejemplo.
En este punto, seguro que algun@ se está preguntando que qué tiene que ver todo esto con el título del post, ¿verdad? Pues bien, en estos difíciles momentos que estamos pasando en los que a diario se nos pide esfuerzo, comprensión, sacrificio y compromiso, lo mínimo que se debería hacer es predicar con el ejemplo, y esto habría que hacerlo por solidaridad, por decencia y sobre todo por respeto. No se puede pedir que la gente entienda, si no entiendes porque ni siquiera te molestas en escuchar lo que dicen; no se pide humildad desde las alturas, ni es de recibo pedir determinación, si no se toman decisiones cuando son de las difíciles; no se puede pedir valentía, mientras el miedo te encierra en un un despacho, ni se puede pedir iniciativa escondid@ detrás de un equipo directivo. En definitiva no se puede seguir pidiendo a tu equipo un poquito más, mientras cada día te preocupas por ell@s un poquito menos.
Cada día estoy más convencido de las ventajas de los modelos colaborativos, basados en la comunicación y la transparencia, en los que la información y la responsabilidad se comparten, y dónde los líderes ejercen su papel sin dar órdenes, sino actuando de manera que el resto lo tomen como ejemplo de comportamiento, ganándose su respeto y ayudándoles también a llevar a cabo el trabajo.
#mañanamasymejor
Fuente: http://oleoenblanco.blogspot.com.es |
Cada día estoy más convencido de las ventajas de los modelos colaborativos, basados en la comunicación y la transparencia, en los que la información y la responsabilidad se comparten, y dónde los líderes ejercen su papel sin dar órdenes, sino actuando de manera que el resto lo tomen como ejemplo de comportamiento, ganándose su respeto y ayudándoles también a llevar a cabo el trabajo.
"El mejor líder, es aquel que piensa en los demás."
Carlos Bianchi.
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